Quizá eres de los que miran hasta la saciedad los huevos que compra en el mercado, para asegurarse de que las gallinas que los han «depositado» en sus cajas han vivido una vida plena y feliz, en libertad, pululando por el campo. Lo cierto es que su importancia siempre ha sido cuestionada, pese a que sus beneficios son innegables: contienen vitaminas A, D, E, B12, yodo, hierro, calcio, zinc, selenio… ayudan al crecimiento de los huesos, son los patrones de las proteínas y tienen grasa buena.
Por otro lado, también habrás oído que comer todos los días este alimento puede causar estragos en tu salud. Que si puedes correr riesgo de adquirir una enfermedad cardíaca, samonella, colesterol… sin embargo, los estudios han concluido que la dosis diaria ideal son dos o tres huevos. ¿Qué efectos producirán en tu cuerpo si comienzas a incorporarlos a tu dieta?
Una investigación reciente ha mostrado que los huevos de gallina son ricos en luteína, un compuesto químico que, además de encontrarse en la yema, también lo puedes ver en plantas, algas o bacterias fotosintéticas. Es responsable de que tengas una vista de lince. En su ausencia, los cambios destructivos en los tejidos oculares se amontonan, y la visión del ojo se deteriora irreversiblemente, así que ya sabes.
Absorbe el calcio
¿Qué prefieres, beberte una cucharada de aceite de pescado o comerte un huevo cocido? No, no es un nuevo reto en plan el ‘cinnamon challenge’. Imaginamos que elegirás la segunda opción, y está bien porque ambas ayudan de igual manera a absorber el calcio. Y, ¿para qué sirve eso? Principalmente para fortalecer tus dientes y huesos, así que de ahí es nada.
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