Lo mejor es guardarlos en una cesta o recipiente ventilado, permitiendo que circule el aire para mantenerlos frescos.
4. Clasifique los tomates por madurez:
Si tiene varios tomates, organícelos según su estado de maduración. Use primero los más maduros para evitar que se estropeen antes de tiempo y permita que los menos maduros sigan madurando a temperatura ambiente.
Esta práctica simple pero efectiva evita el desperdicio y asegura que siempre tenga tomates listos para su uso.
5. Considere el uso de papel absorbente para tomates demasiado maduros:
Si tiene tomates muy maduros que no puede usar inmediatamente, puede extender su vida útil envolviéndolos en papel absorbente y colocándolos en el refrigerador. El papel ayuda a absorber el exceso de humedad, evitando la aparición de moho y zonas blandas.
Antes de usarlos, recuerde sacarlos del refrigerador y dejarlos a temperatura ambiente durante al menos 1 o 2 horas para que recuperen su sabor original.
6. Revise regularmente si hay signos de descomposición:
Los tomates maduros son especialmente propensos a desarrollar moho y zonas blandas. Inspeccione los tomates diariamente y retire inmediatamente los que comiencen a mostrar signos de deterioro para evitar que la podredumbre se propague a otros tomates cercanos.
Consejos adicionales para conservar los tomates frescos:
No los guarde en la heladera si están inmaduros. La refrigeración puede detener el proceso de maduración y afectar negativamente el sabor. Solo refrigere los tomates si están muy maduros y necesita prolongar su vida útil 1 o 2 días.
Use una bandeja de madera o cerámica en lugar de plástico. Los materiales naturales permiten una mejor circulación de aire, lo que ayuda a conservar la frescura de los tomates durante más tiempo.
Evite apilarlos. Colocar los tomates en una sola capa reduce el riesgo de que se aplasten o se acumulen zonas húmedas que puedan favorecer la aparición de moho.