“Departamento del Sheriff, les habla Leona”.
“Leona, soy Nora. Necesito que vengan de inmediato. Encontré algo inquietante en mi basura”.
La voz de Leona se puso seria cuando le describí el contenido de la lata. “No toques nada. Voy en camino. Quédate adentro con los niños hasta que llegue”.
Después de colgar, no pude quitarme el miedo de encima. En nuestro vecindario habían ocurrido recientemente una serie de robos con métodos extrañamente similares: productos químicos para debilitar las cerraduras y limpieza meticulosa de las pruebas. Un pensamiento escalofriante cruzó por mi mente: mi casa era la siguiente en la lista.
—Mamá, ¿qué pasa? —preguntó Kai, notando mi inquietud.
—Está todo bien —le aseguré, aunque mi sonrisa parecía forzada—. Vamos a cenar.
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